Esta es una vivencia en el club Zagros. Fue el día 27 de febrero de 2006, estaba mal, había perdido a mi perro, lo tuve que sacrificar. Había pasado por la puerta miles de veces sin que me llamara la atención, pues vivo en la zona. Pero ese día fue diferente, no lo pensé, entré, no sabía cómo era…

Me encontré en recepción con unas señoritas maravillosas, que me informaron y me lo enseñaron. ¡Me sorprendió! ¡Ojo! No había visto nunca ningún gimnasio.

Las salas llenas de máquinas nuevas, la piscina con jacuzzi, baños con sauna y baño turco, taquillas con llaves individuales, toallas, jabón, secador de bañadores y de pelo y un sinfín de cosas que hacen que sea cómodo y maravilloso. La señorita de recepción me dijo que si me gustaba podía hacerme socia y por qué no, lo probé. El día 1 de Marzo entré con el número de socio 7248. Para mí era todo nuevo, los asesores y entrenadores me recomendaron que pasara por un reconocimiento para ver cómo estaba mi forma física cómo andaba de flexibilidad. Estuve varios días y me dieron una llave, en la cual ellos me habían puesto los ejercicios que yo tenía que hacer. Aprendí enseguida aunque estaba en inglés.

Lo pasaba bien, salía cansada. Como socia me regalaron dos entrenamientos personales, que eran natación y pilates. Me gustaron, Pilates lo seguí haciendo de manera personal y tuve varios entrenadores, todos muy buenos, entre ellos, Cris que fue mi última entrenadora.

También fui a piscina. Estaba asustada de ver los entrenamientos, pero conocía a “mi ángel” David, que me dijo “ten confianza en mí”. Me agarré tanto a él que pensaba que podía hacerle daños en los brazo. Perdí el miedo y cogí confianza en él. Conocía a tres personitas. David, que tenía años, Raúl y Rober, mis tres chicos, como yo les llamo. Hoy todavía los siguen siendo. Con David he estado durante seis años, un día por semana dando clase de natación. Un día le dije “el día que a prenda a nadar te invito a comer” y vaya que si aprendí. Un día me dijo mi chico “ya sabes nadar” y cumplí mi promesa. Le invité a comer y nos lo pasamos muy bien. Con Raúl hoy todavía me da entrenamiento de estiramientos una vez a la semana y salgo nueva.

Cuando entro en Zagros, las señoritas de recepción Silvia, Davinia, Ángela, etc., todas te reciben con una sonrisa. Bajas y ya empiezas a ver a gente cariñosa, mayores como yo (que tengo 84 años) y también a mucha juventud. Todos te saludan: Lola “Hola Julita”; Sergio: “Hola Juli”, qué cariño… Mis tres chicos, David, Raúl y Rober lo primero que me dan es un beso. ¿Sabéis lo que es eso para mí? También dispones de fisioterapeutas para darnos masajes, Goyi, Toni, Rubén, cómo trabajan de bien. Los he necesitado varias veces y cómo me han curado de bien. En el cuidado estético esta Hilda, qué maravilla, cómo trabaja y atiende. Cuando sales de algún tratamiento estás nueva. Que os voy a decir de Zagros, Zagros para mí me da VIDA todos los días. Hablando con David un día le dije “el bien queme dais, me dais vida” y él me lo recuerda todos los días. Tengo dos nietos, Álvaro y África que también tienen como entrenador a dos de mis chicos. Álvaro tiene nueve años y lleva en la piscina ya seis con David y África que tiene siete años, lleva cuatro años con Rober. Cómo lo pasan de bien, saben nadar estupendamente. Vienen un día por semana durante todo el año. De lunes a viernes, cuando subo la escalera, les comento a las señoritas de recepción, que cuándo van a poner un ascensor o escaleras mecánicas, cómo nos reímos, qué bien se pasa. Zagros os tengo que agradecer lo que me dais a diario. Mucho cariño y felicidad.